Cada vez que tomaba la micro por las mañanas,
estaba aquel hombre en silla de ruedas en el paradero.
La población que le rodeaba tenía el aspecto caluroso y acogedor que le falta a las calles del centro; Placilla es de señoras paseando en chalas y la polera de casa, de cabros chicos empolvados de juegos en la cuadra y hombres como éste, cumpliendo hasta el medio día con la mirada satisfecha.
- ¿Usted toma todos los días esta micro?
- No, por qué.
- No, preguntaba por si es que ha visto a aquel hombre sentado en silla de ruedas antes. Me parece que está todos los días acá.
- Ah.
Y los días que siguieron a ese nunca, más lo vi.
No te salves, Paula.
Pero si pese a todo, no puedes evitarlo y te salvas.. entonces, no te quedes conmigo.
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¿Usted quiere ir al cielo? no se preocupe, las putas van a llegar primero.